El sábado, aproximadamente 1.000 personas se unieron a una protesta por grupos cristianos ultraderechistas fuera del Museo Memorial de Guerra en Auckland, la ciudad más grande en Nueva Zelandia, contra la cuarentena llevada a cabo por el Partido Laborista. Eventos más pequeños ocurrieron en Wellington, Christchurch, Dunedin y Nelson.
Como las protestas contra cuarentena en los Estados Unidos, Australia y otros países, el evento en Auckland recibió una cobertura mediática total. Su exigencia principal se junta a los llamamientos de los medios corporativos y el Partido Nacional opositor que piden que el gobierno abandone su objetivo declarado de eliminar el COVID-19 de la comunidad.
Nueva Zelandia es uno de pocos países que para ahora ha evitado muertes en masa a causa del virus. El país entró en una cuarentena del “4º nivel” (el nivel más estricto) el 18 de agosto, después de un brote de la variante Delta de COVID-19, que es altamente infecciosa. La cuarentena ahora se limita a Auckland y el 22 de septiembre, respondiendo a la presión de las empresas, y contra los consejos de expertos en salud, el gobierno redujo las restricciones al “3 nivel”.
El lunes, otros 29 casos se anunciaron, después de 33 el día anterior, sumando a un total de 263 casos conocidos activos en la comunidad. La ciudad de Hamilton y varios pueblos cercanos se encontraron en una cuarentena del “3 nivel” el domingo, después del descubrimiento de dos casos en la región–subrayando el peligro de que el brote hubiera difundido fuera de Auckland.
La protesta de sábado fue encabezada por la Destiny Church y apoyada por otras, como la City Impact Church, dentro de una organización de fachada que se llama la Freedom and Rights Coalition (FRC, por sus siglas en inglés; en español, la Coalición de Derechos y Libertad). Además de oponerse a la cuarentena, la página de Facebook de la FRC contiene mensajes antivacunas, incluyendo uno que describe la vacuna–falsamente–como “experimentación médica o científica”.
El líder de la Destiny Church Brian Tamaki declaró en Facebook durante el agosto que no se vacunaría, porque creyó en “la protección del Dios contra plagas y pandemias”.
Tamaki, un admirador de Donald Trump, frecuentemente vocifera contra los musulmanes, los inmigrantes, la gente LGBT, así como el socialismo. Después del ataque terrorista del marzo de 2019, en que el fascista Brenton Tarrant asesinó a 51 personas en dos moscas de Christchurch, los seguidores de Tamaki llevaron a cabo un mitin provocativo anti musulmán. Poco tiempo después, la Destiny Church recibió una cascada de atención mediática, cuando fundó un partido político. Durante las elecciones de 2020, recibió solo 4.236 votos, 0,1 por ciento del total.
Destiny Church recluta a sus miembros de los estratos super explotados de la clase obrera, incluyendo de los maorís, y requiere diezmos altos para fundar el estilo de vida opulente de la familia Tamaki. Los maorís e isleños del Pacífico son particularmente vulnerables frente al COVID-19, a causa de mala salud, a menudo asociada con la pobreza.
En el período antes del mitin del sábado, el New Zealand Herald prominentemente reportó que Tamaki había realizado una reunión con el Comisario Andrew Coster, quien personalmente aprobó la protesta, si participantes usaran mascarillas. Los medios de comunicación cubrían el evento detalladamente, y reportaban muchas de las declaraciones locas de Tamaki.
En una arenga farragosa que duró media hora, Tamaki denunció al director general de la salud Dra. Ashley Bloomfield como “Hitler” y comparó las restricciones pandémicas con “la Alemania nazi”. Tamaki buscó cínicamente explotar la miseria financiera y mental causada por pérdidas del trabajo y recortes salariales durante la cuarentena. Cientos de miles de personas estaban “desesperados sobre sus ingresos, su familia y su futuro”, dijo él. Éste es el resultado del apoyo totalmente inadecuado del gobierno por los obreros y las empresas pequeñas.
La mayoría de los carteles exigían “la libertad” por empresas y unos se oponían a mandatos de vacunación (que el gobierno no ha introducido).
El experto de salud pública Dr. Colin Tukuitonga de la Universidad de Auckland, epidemiólogo Michael Baker y profesor de modelación de COVID-19 Michael Plank públicamente expresaron su alarma sobre el mitin, diciendo que podría ayudar a propagar la variante Delta. Había presentes personas vulnerables, unas de mayor edad y niños que no pueden recibir la vacuna.
La primera ministra Jacinda Ardern dijo a los medios que el mitin era “moralmente equivocado” e “ilegal”, mientras la líder del Partido Nacional opositor Judith Collins dijo a Radio NZ que era “muy peligroso”.
A pesar de las denuncias universales de Tamaki y la Destiny Church, de comentaristas de los medios y políticos, los manifestantes ultraderechistas sin duda fueron envalentonados por el clamor creciente que emerge del gran negocio, los medios y secciones del establishment político, que la gente tienen que “aprender a vivir con” el COVID-19.
El 26 de septiembre, todos los periódicos de mayor importancia publicaron un artículo de opinión por ex primer ministro del Partido Nacional John Key (ahora presidente del Banco ANZ) acusando al gobierno de “reinar a través de temor”, persiguiendo “la opción norcoreana” y transformando a Nueva Zelandia en “un reino de ermitaños engreídos”. Esta retórica no es fundamentalmente diferente que la que se usa por Tamaki. Key llamó por una reapertura más rápida de las fronteras y urgió al gobierno que promoviese el mensaje de que “es posible vivir con el virus, siempre que estés vacunado”.
De hecho, mientras la vacunación es esencial, no es suficiente para proteger a todos de la muerte o enfermedad grave, mientras el virus sigue propagándose dentro de la comunidad. Singapur e Israel, dos países que tienen más de 80 por ciento de la población adulta vacunados, están experimentando números crecientes de casos y muertes después de retirar las restricciones. En Nueva Zelandia, los riesgos son todavía mayor, ya que solo 46 por ciento de la gente mayor de 12–es decir, 39 por ciento de la población total–han recibido las dos dosis de la vacuna de Pfizer.
Creador de modelación de COVID-19 y asesor del gobierno, profesor Shaun Hendy recientemente advirtió que con una tasa de vacunación de 80 por ciento de gente mayor de 12, Nueva Zelandia todavía podría ver 7.000 muertes del virus, y más de 58.000 hospitalizaciones durante el rumbo de un año. Esto tenía en cuenta el uso de medidas como enmascaramiento, pruebas, trazabilidad de los contactos y el aislamiento y poner de cuarentena en casos individuales.
De hecho, la situación podría ser peor, porque tal influjo abrumaría el sistema de salud pública deteriorada y gravemente falta de personal. Los hospitales se han esforzado mucho para lidiar con una docena de hospitalizaciones por COVID-19 en Auckland durante las semanas pasadas.
El 29 de septiembre la líder de la oposición Collins emitió un plan para reemplazar la “estrategia de eliminación” con una de lo que ella llamó “supresión vigorosa”. El plan aboga por el fin de cuarentenas nacionales, después de que sólo 70-75 por ciento de la población elegible estén vacunados.
Un número creciente de comentaristas mediáticos están urgiendo furiosamente que el gobierno deje atrás las cuarentenas. La comentarista de negocio del Herald Fran O’Sullivan atacó verbalmente las proyecciones de Hendy en Twitter, describiendo a él como un creador de modelos “falso” (más tarde ella borró el tuit y se disculpó). Columnista compañera Kerre McIvor escribió el domingo: “Si no salimos del 3 nivel esta semana… sin la menor duda me uno a la próxima protesta de Tamaki”.
El 30 de septiembre, respondiendo a afirmaciones por el ministro de COVID-19 Chris Hipkins, que el gobierno todavía estaba dirigiéndose hacia reducir el número de casos a cero, el presentador derechista Mike Hosking de Newstalk ZB dijo: “Nadie te cree”. Sugirió que el gobierno debía “rendirse” y unirse al resto del mundo, añadiendo que Gran Bretaña había reabierto y estaba “divirtiéndose”.
El abandono de restricciones en Gran Bretaña, acorde con la política criminal del primer ministro Boris Johnson de dejar que el virus se propague y que “los cadáveres se amontonen”, ha llevado a una catástrofe, con cerca de 800 hasta 1.000 muertes registradas semanalmente.
Columnista de Stuff Luke Malpass declaró: “Durante demasiado tiempo, todos los partidos han alineado con el estilo de gobierno por los epidemiólogos. Ahora, los factores además de la salud se encuestarán más ampliamente, y concesiones alrededor del riesgo del coronavirus contra otros riesgos se discutirán más abiertamente”. Es decir, hay que priorizar las exigencias del gran negocio por el fin de cualquier barrera a las ganancias, como más importante que la salud y las vidas de los obreros.
En respuesta a esta presión, el gobierno está asegurando a la élite empresarial que removerán las restricciones el año que viene, al alcanzar un punto indeterminado de vacunación. Hipkins dijo a TVNZ el 26 septiembre que “de hecho muchas cosas que John Key está arguyendo ya están en curso”, incluidos los planes de dejar atrás las cuarentenas nacionales, y de menos restricciones en la frontera.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 3 de octubre de 2021)