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Discurso del mitin del IYSSE contra la guerra

¡Para luchar por un futuro necesitamos luchar por el socialismo!

Esta es la introducción de Gregor Link miembro del IYSSE en Alemania, en el mitin 10 de diciembre, “¡Por un movimiento de estudiantes y jóvenes para detener la guerra en Ucrania!” organizado por los Jóvenes y Estudiantes Internacionales por la Igualdad Social (IYSSE, por sus siglas en inglés). Para más información sobre unirte al IYSSE, visita la siguiente página.

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Gregor Link | Discurso de abertura ao evento antiguerra da JEIIS

Bienvenidos al mitin internacional en línea, “Por un movimiento de masas de jóvenes y estudiantes para parar la guerra en Ucrania”, organizado por los Jóvenes y Estudiantes Internacionales por la Igualdad Social (IYSSE).

Me llamo Gregor Link, Soy miembro del IYSSE en Alemania. El IYSSE es el movimiento juvenil del Comité Internacional de la Cuarta Internacional, el partido trotskista de la revolución socialista mundial.

Esta manifestación pretende unir a la juventud y a los trabajadores de todo el mundo contra la guerra en Ucrania, que amenaza con convertirse en la Tercera Guerra Mundial. La interacción entre el militarismo imperialista de la OTAN, persiguiendo temerariamente su agenda geopolítica global, más allá de las consecuencias, y la creciente desesperación del régimen capitalista oligárquico ruso, amenaza con convertirse en una conflagración nuclear. Ataques con drones esta semana contra dos bases aéreas rusas marcan otra escalada ominosa.

Hay que poner fin de inmediato a la guerra por delegación de EE.UU. y la OTAN en Ucrania, antes de que provoque una catástrofe global que acabe con la civilización humana.

El conocido dicho: “la verdad es la primera víctima de la guerra”, se está viendo realizado. Cada aspecto de esta guerra, como lo justifican las potencias de la OTAN y los medios de comunicación que controlan, se basa en mentiras. No se examinan los orígenes históricos de la guerra, por no hablar de los intereses geopolíticos y económicos de los gobiernos que la libran. Las noticias no son más que propaganda.

Nuestro mitin explicará cómo se planeó la guerra en Ucrania y cómo se lanzó. Miembros destacados del IYSSE a escala internacional pondrán al descubierto las raíces del conflicto en evolución, descubrirán las fuerzas sociales responsables de ello, y los motivos políticos y económicos que subyacen a su actual escalada. Oradores de todo el mundo elaborarán una perspectiva socialista unificada para que la juventud y los trabajadores luchen contra la guerra, aprendan las lecciones de la historia y de toda la herencia del internacionalismo revolucionario.

El punto de vista de este mitin es la oposición incondicional a todos los gobiernos que libran esta guerra. La denuncia del IYSSE de la instigación de esta guerra por el imperialismo americano no disminuye nuestra oposición a la invasión de Ucrania por parte de Rusia que está llevando a cabo el gobierno de Putin no en defensa de la clase obrera rusa, sino en interés de los oligarcas del país.

Condenamos la matanza gratuita de civiles ucranianos, que no son responsables de las políticas criminales del gobierno de Kiev y sus patrocinadores de la OTAN. Rechazamos la apelación del régimen de Putin al nacionalismo ruso, que revive una ideología reaccionaria que fue repudiada por la clase obrera cuando derrocó al capitalismo en la revolución socialista de octubre de 1917.

El IYSSE se opone así a la invasión rusa de Ucrania desde la izquierda socialista, no desde la derecha imperialista. El objetivo de este mitin es proporcionaros la comprensión necesaria para construir un movimiento contra la guerra, detener la matanza, y evitar la escalada del conflicto hasta una tercera guerra mundial, nuclear. Lo que está en juego es la existencia continuada del planeta y el futuro de las jóvenes generaciones.

El tema central de este mitin es que no se puede parar la guerra apelando a las clases dominantes capitalistas. La OTAN no quiere la “paz”. Quiere la guerra. Habiendo provocado deliberadamente el conflicto a través de décadas de expansión de la OTAN hacia las fronteras de Rusia y el armamento masivo de su corrupto régimen satélite en Kiev, las potencias imperialistas están decididas a explotar el error de cálculo del Kremlin, políticamente reaccionario y la desastrosa invasión de Ucrania hasta las últimas consecuencias.

La propaganda de que la guerra se libra por la libertad y los derechos humanos -repetida sin cesar por unos medios capitalistas obedientes- es una sarta de mentiras. A EE.UU. y a la OTAN no les importa ni un ápice la vida de los trabajadores y los jóvenes de Ucrania y los consideran meros peones en su guerra asesina por delegación contra el Kremlin.

Los objetivos del imperialismo estadounidense son desmantelar y subyugar a Rusia, obtener acceso sin restricciones a los vastos recursos estratégicos del país, y obtener así un control decisivo sobre la masa continental euroasiática. Tras 30 años de guerras lideradas por Estados Unidos en Afganistán, Irak, Libia y Siria -guerras que mataron a millones de personas y desplazaron a otras decenas de millones- el objetivo de Wall Street y el Pentágono se dirige cada vez más hacia los rivales estratégicos de Estados Unidos. A los ojos de los planificadores de guerra de Washington, la matanza en Ucrania no es más que un preludio a la guerra contra China y al “conflicto de grandes potencias”.

Las potencias europeas persiguen agresivamente sus propias agendas imperialistas. Al igual que Estados Unidos y Canadá, han saboteado todas las negociaciones entre Rusia y Ucrania, rechazaron cualquier alto el fuego y están intensificando activamente la guerra. Planean poner a Ucrania bajo la influencia de la UE y la OTAN, han mostrado una total insensibilidad hacia el destino del pueblo ucraniano. El gobierno alemán aprovechó la guerra para lanzar la mayor campaña de rearme desde Hitler -que llevaba mucho tiempo gestándose- y aspira a convertirse en la mayor potencia militar de Europa. Ochenta años después de la guerra de aniquilación nazi contra la Unión Soviética, el imperialismo alemán vuelve a enviar tanques a Ucrania contra Rusia.

La clase dominante alemana invadió Ucrania dos veces en el siglo veinte y asesinó a millones de sus ciudadanos. En total, la campaña genocida de los ejércitos fascistas de la Alemania nazi llevó la muerte a 27 millones de ciudadanos de la Unión Soviética y a más de seis millones de judíos. La actual campaña bélica se inscribe en esta tradición -los combates actuales se producen incluso en muchos de los mismos lugares. Junto con sus aliados estadounidenses, canadienses y británicos, Berlín está armando a los herederos políticos de los colaboradores de la Wehrmacht nazi en Ucrania, combinado con una impresionante campaña de trivialización de los crímenes nazis.

Las clases dirigentes europeas están decididas a expandir sus territorios, mercados e influencia mundial, intensificando las tensiones entre las propias potencias de la OTAN. Del Mar Báltico al Mediterráneo oriental, las rivalidades interimperialistas que dieron lugar a dos guerras mundiales están volviendo a aflorar -en Europa, pero también en el resto del mundo.

En nuestra declaración, llamamos la atención sobre el hecho de que los oligarcas capitalistas han dejado claro dos veces en el siglo veinte que estaban dispuestos a sacrificar a millones de personas en busca de sus beneficios. Personas en amplias franjas de la superficie del planeta fueron testigos de la barbarie a una escala nunca antes vista en la historia. Escribimos:

La Primera Guerra Mundial, que estalló en 1914, provocó la muerte de más de 20 millones de personas. El imperialismo introdujo en el mundo los horrores de la guerra de trincheras y el gas venenoso, y las asesinas innovaciones técnicas de los bombardeos aéreos, submarinos armados con torpedos y tanques.

Pero los horrores de ese conflicto mundial no fueron más que el preludio de la barbarie de la Segunda Guerra Mundial, que comenzó en 1939, solo 21 años después del final de la Primera Guerra Mundial. La Segunda Guerra Mundial fue testigo, como una cuestión de política oficial y deliberada, del exterminio masivo de poblaciones civiles. Esto incluyó el genocidio industrializado del Holocausto y el bombardeo de las principales ciudades y culminó con el lanzamiento de bombas atómicas por parte de Estados Unidos sobre Hiroshima y Nagasaki. La escala de la muerte prácticamente desafiaba la comprensión.

Una tercera guerra mundial -que se está forjando rápidamente- se libraría con armas nucleares avanzadas y no se cobraría millones, sino miles de millones de vidas. Intensificaría directamente todos los conflictos existentes e implicaría a todos los países de la Tierra. Megaciudades como Shanghái, Nueva York, Berlín y Moscú serían aniquiladas en minutos. En nuestra declaración, advertíamos:

A cualquiera que crea que la clase dirigente no está dispuesta a sacrificar decenas de millones de vidas en la búsqueda de sus intereses geopolíticos le basta con considerar la experiencia de los últimos dos años y medio. En respuesta a la pandemia de COVID-19, la oligarquía empresarial y financiera rechazó las medidas más básicas de salud pública necesarios para contener la propagación del virus porque afectaban a los beneficios. Como resultado, murieron más de 20 millones de personas.

Esta política capitalista de asesinato en masa, que alimentó la pandemia, se lleva ahora a un nivel casi inimaginable. Habiendo declarado necesario “vivir con el virus” que está matando a millones de personas, las potencias de la OTAN y sus aliados insisten ahora en que no se dejarán “intimidar” por la perspectiva de una guerra nuclear que mataría a miles de millones.

Algunas principales figuras de la OTAN como el general retirado Ben Hodges declaran abiertamente que una mayor escalada de la guerra llevará al “colapso total de la Federación Rusa” -es decir, la ruptura violenta del país con el mayor arsenal de armas nucleares del mundo.

Sin embargo, señalar claramente este peligro no constituye en modo alguno una acomodación al régimen de Putin. Como ya he dicho, nos oponemos inequívocamente a la intervención militar rusa, que intensifica aún más la guerra y no tiene ningún carácter progresista. La invasión militar del Kremlin beneficia a la oligarquía capitalista de Rusia. Un camarada de Rusia hablará de esta cuestión con más detalle.

Repasando las lecciones de las monumentales traiciones de la Segunda y Tercera Internacionales, que facilitaron el descenso imperialista hacia la Primera y Segunda Guerras Mundiales, el gran socialista revolucionario León Trotsky concluyó en 1934, “Para que los pueblos puedan vivir, la estructura del Estado nacional debe ser arrasada hasta sus cimientos”. Y continuó:

Un “socialista” que predica la defensa nacional es un reaccionario pequeñoburgués al servicio del capitalismo en decadencia. No vincularse al Estado nacional en tiempo de guerra, seguir no el mapa de la guerra, sino el mapa de la lucha de clases solo es posible para esa parte que ya ha declarado una guerra irreconciliable al Estado nacional en tiempos de paz. Solo comprendiendo plenamente el papel objetivamente reaccionario del Estado imperialista puede la vanguardia proletaria hacerse invulnerable a todo tipo de patriotismo social. Esto significa que una ruptura real con la ideología y la política de la “defensa nacional” solo es posible desde el punto de vista de la revolución proletaria internacional.

Esta es la perspectiva internacionalista y socialista del IYSSE y del CICI por las que ahora hay que luchar. El Partido Socialista por la Igualdad en Alemania situará esta lucha en el centro de su próxima campaña electoral en Berlín, la capital mundial del crimen imperialista. Nos basamos en la tradición del internacionalismo socialista revolucionario la de Luxemburgo y Liebknecht, de Lenin y Trotsky.

La única fuerza que puede detener la Tercera Guerra Mundial es la clase obrera internacional, la gran masa de gente de este planeta que entra cada vez más en lucha. Aparte de la intervención independiente de esta poderosísima fuerza social, esta guerra continuará y se intensificará. La clase dominante no le pondrá fin. Han tomado su decisión. Debemos ponerle fin, porque está en juego el futuro de toda la humanidad. En nuestra declaración escribimos:

Hace cuatrocientos años, Hamlet de Shakespeare plantea la cuestión existencial fundamental: ¿Ser o no ser? En el mundo actual, esta cuestión no se plantea como una cuestión de especulación filosófica, sino como el desafío político supremo al que se enfrenta la humanidad. Además del peligro de una guerra nuclear, cambio climático y futuras pandemias amenazan la vida de cientos de millones de personas en las próximas décadas. La clase obrera debe acabar con el capitalismo antes de que el capitalismo acabe con el mundo.

Estas son las cuestiones fundamentales a las que se enfrenta nuestra generación. El IYSSE pide a los jóvenes de todos los países que se vuelvan hacia la clase obrera y construyan este movimiento internacional contra la guerra en todas las fábricas, centros de trabajo, escuelas y universidades.

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