España está experimentando desde el mes de noviembre una oleada de huelgas en el sistema de sanidad pública. Médicos, enfermeras y otro personal sanitario están pasando a la acción en una región tras otra en contra de los bajos salarios, el deterioro de las condiciones de trabajo y los ataques a la atención médica pública.
Las huelgas son parte de la creciente oposición social a la austeridad y el aumento de los precios de la energía y los alimentos que están empobreciendo a los trabajadores en todo el mundo. En las últimas semanas, 3 millones de trabajadores en Francia han marchado contra los recortes de pensiones del presidente Emmanuel Macron. En el Reino Unido, medio millón de trabajadores, incluyendo a 300.000 maestros, 70.000 profesores y 100.000 funcionarios públicos, se unieron en una serie de huelgas nacionales coordinadas contra la inflación y las draconianas leyes anti huelgas de 'servicios mínimos”.
En el sector sanitario, ha habido una explosión de luchas, desde Bélgica y Canadá hasta los Estados Unidos y el Reino Unido, donde las enfermeras convocaron una huelga histórica en diciembre en el Servicio Nacional de Salud, la primera en 100 años. Las causas son las mismas en todas partes: la saturación de los servicios médicos incapaces de proporcionar la atención necesaria a los pacientes y los bajos salarios, agravados ahora por el aumento de los precios debido a la guerra en Ucrania entre Rusia y la OTAN.
El personal sanitario está agotado después de luchar durante tres años contra el COVID-19 con unos recursos mínimos, que ahora se están desviando hacia la guerra contra Rusia en Ucrania. La huelga se produce cuando las políticas de 'COVID para siempre' se implementan ya por completo en todo el mundo. En España, actualmente hay más de 2.300 pacientes hospitalizados por COVID-19 y el número de muertes semanales supera el centenar.
Los datos son aterradores. A más de la mitad de los médicos de atención primaria se les asignan más pacientes de los que deberían atender. Según un informe de la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública (FADSP), a uno de cada cinco pacientes (21,4%) que en 2022 necesitó acceder a una consulta de Atención Primaria por padecer un 'verdadero problema de salud' no pudo hacerlo. De los que fueron atendidos un 54,3% sufrió retrasos de siete días o más, 20 puntos por encima de los datos de hace cuatro años.
Esta asociación califica esto de 'situación terrorífica e incompatible con el funcionamiento de la Atención Primaria'.
Los médicos se quejan de que solo pueden dedicar 2-3 minutos por paciente cuando debieran de disponer de 10 minutos como mínimo. Ante la saturación de los servicios se está generalizando la atención telefónica y no presencial, mientras que ante la imposibilidad de acceder a la atención primaria cada vez más pacientes tienen que buscar asistencia en los servicios de urgencias que se encuentran también cada vez más saturados.
Desde Cataluña la presidenta de Asociación de Enfermería Familiar y Comunitaria de Catalunya (Aificc) señala que han sido “dos años muy duros, que vienen tras unos recortes de los que no nos hemos recuperado. No podemos trabajar siempre al 150% de nuestra capacidad”.
El médico extremeño Antonio Artero se queja de que “Atiendo hasta 40 pacientes diarios con cita, más los usuarios que vienen sin cita a partir de mediodía”, Antonio señala que además de empeorar la asistencia que dan también lo hace “nuestra situación profesional pero también la personal”.
Sin embargo, los ataques sistemáticos a la sanidad pública en las últimas décadas no habrían sido posibles sin la colaboración de las burocracias sindicales. Tanto los sindicatos médicos y de enfermería como los sindicatos nacionales generalistas como CCOO, UGT, CSIF o CGT han mirado hacia otro lado durante años sin plantear ninguna oposición real. Ahora que la situación se ha vuelto intolerable, están tratando de contener a los trabajadores.
Los sindicatos médicos que se agrupan en la Confederación Estatal de Sindicatos Médicos (CESM) ha renunciado a unificar las diferentes huelgas que se están llevando a cabo en varias regiones, evitando así una movilización nacional conjunta, por no hablar de una unificación de los trabajadores en toda Europa.
Se han convocado huelgas regionales por separado en Cantabria en noviembre, Cataluña en enero, Navarra en febrero y Valencia en marzo y abril. En Madrid, la huelga se ha mantenido intermitentemente desde noviembre, y culminó con una protesta de medio millón de personas en las calles de Madrid en defensa del sistema público de salud. En Madrid, incluso los médicos de atención primaria y de urgencias realizaron huelgas separadas en diferentes fechas.
Además de mantener esta estrategia de dispersar las huelgas en diferentes regiones y fechas, siempre que fue posible las burocracias sindicales las cerraron rápidamente después de imponer acuerdos con los diferentes gobiernos regionales que traicionaban las demandas de los trabajadores sanitarios.
En Andalucía el Sindicato Médico Andaluz ha desconvocado la huelga planteada por el 27 de enero, el dirigente de este sindicado Rafael Carrasco reconocía ya de salida que: “Hemos pedido unas medidas muy concretitas y muy pocas para que podamos llegar a un acuerdo” Tan pocas como que básicamente han acordado que se trabaje voluntariamente por las tardes para poder atender a los pacientes que no debieran de situarse más allá de los 35 diarios. El número de pacientes que los médicos atienden actualmente al día es de más de 60.
En Extremadura, la huelga se suspendió con un acuerdo similar: trabajar voluntariamente durante los turnos de tarde a cambio de un compromiso sin garantías de reducir el número de pacientes por día a 36 después de tres meses. Lo mismo se hizo en Cantabria en noviembre. Tres meses después, la proporción de pacientes por médico sigue superando los 35 acordados, una clara advertencia de que todos estos acuerdos patrocinados por los sindicatos no valen el papel en el que están impresos.
En otros casos se han desconvocado las huelgas incluso sin negociar nada. en Galicia, aunque la CESM considera que la situación es “lamentable” su presidente en esta Comunidad Ramón Barreiro ofrece una tregua a la espera de ver si la administración gallega “se toma las reclamaciones en serio”.
En Valencia, los sindicatos pospusieron la huelga porque dada la actual 'sobrecarga asistencial ' no quieren 'contribuir al caos'.
Por su parte, los sindicatos CCOO, UGT, CSIF y CGT no se han sumado a estas huelgas y a lo sumo han convocado paros parciales en Madrid o protestas en Andalucía. La estrategia de los dirigentes sindicales es meridianamente clara y no se debe a ninguna mala comprensión de la situación, sino que deliberadamente están trabajando para descarrilar la lucha de los trabajadores sanitarios.
La lucha emprendida por los trabajadores de la salud es una rebelión contra las condiciones expuestas y exacerbadas por tres años de pandemia. Representa un rechazo de la 'nueva normalidad' de la enfermedad generalizada y la muerte junto al desvío masivo de recursos a la guerra.
Como dijo el candidato del Partido Socialista por la Igualdad (SGP) para las elecciones locales de Berlín y enfermero, Endrik Bastian, en un mitin en la Plaza Leopold en Berlín: “No luchamos simplemente contra la guerra. También nos oponemos a que la clase trabajadora asuma el costo. ... Se recortan los puestos de trabajo en masa: en el sector sanitario, en la educación y esto es solo para financiar la guerra y el rearme.”
La lucha contra la guerra y las burocracias nacionales lanzada por el Comité Internacional de la Cuarta Internacional y sus secciones, incluido el SGP, contrasta con los llamamientos vacíos a los burócratas sindicales por parte de tendencias pequeñoburguesas como la morenista Corriente Revolucionaria de los Trabajadores (CRT). Esta hace un llamamiento a los trabajadores planteando que “hay que imponer desde abajo a las organizaciones sindicales que asuman una acción real y contundente para hacer frente a la ofensiva privatizadora, convocando una huelga general y un plan de lucha por la defensa de la sanidad.”
Esto no es más que una verborrea falsa y traidora que solo sirve para crear falsas ilusiones en la burocracia sindical y mantener a los trabajadores atados a esa burocracia y al estado capitalista. Los trabajadores de la salud deben tomar la conducción de su lucha en sus propias manos, formando comités de base en cada lugar de trabajo. Estos comités unirían a los profesionales sanitarios a nivel internacional y los vincularían con otros sectores de trabajadores en una lucha contra la austeridad y la guerra.
(Publicado originalmente en inglés 7 de febrero de 2023)