Las ventas de vehículos eléctricos (VE) se disparan en todo el mundo. En solo tres años, entre 2019 y 2022, las ventas mundiales de VE pasaron de 2 millones a más de 10 millones de unidades. La Agencia Internacional de la Energía (AIE) estima que, para 2030, los VE representarán el 60% de todas las ventas de automóviles en el área combinada de China, Europa y Estados Unidos.
Este rápido crecimiento de los coches eléctricos tiene importantes implicaciones para la economía mundial. Aunque el gasto total en la transición hacia las energías renovables sigue estando muy por debajo de los niveles necesarios para detener el calentamiento global, se está produciendo una especie de transición.
Alrededor del 7% de todos los gases de efecto invernadero proceden de los automóviles. Al contrario que otras fuentes de emisiones, como la aviación, el transporte marítimo o la producción de acero y cemento, los turismos pueden dejar de depender de los fósiles de combustibles con una facilidad relativa.
En medio de unos precios de la gasolina muy volátiles y cada vez más caros, así como de una preocupación general por los efectos catastróficos del cambio climático, los coches eléctricos se están adoptando de forma generalizada.
El crecimiento de los VE tiene enormes implicaciones: para la economía capitalista, para los trabajadores de todo el mundo, pero sobre todo en el contexto de la lucha de Estados Unidos por mantener su papel como potencia imperialista dominante.
Estados Unidos, China y las baterías
A medida que la situación económica de Estados Unidos se deteriora y su poder económico relativo disminuye, los planificadores del Pentágono ven cada vez más a China como una amenaza mortal para un sistema capitalista dominado por Estados Unidos.
Estados Unidos lleva más de 10 años preparándose para librar una guerra contra China. Este mismo mes de marzo, un memorando filtrado mostraba a un alto general estadounidense prediciendo que Estados Unidos estaría en guerra con China en 2025.
Sin embargo, los estrategas militares y los expertos en política de Washington se enfrentan a un grave problema. China controla una gran parte de la extracción y el procesamiento de los minerales necesarios para fabricar las baterías de los vehículos eléctricos. En otras palabras, controla las cadenas de suministro de una nueva tecnología que se está convirtiendo rápidamente en un elemento central de la economía mundial.
Un informe anterior del New York Times, basado en datos del grupo consultor CRU, muestra que China es responsable de la producción mundial de:
- 54% de los coches eléctricos
- 66% de las celdas de las baterías
- 77% de los cátodos (el electrodo positivo de una batería)
- 92% de los ánodos (el electrodo negativo)
Mientras que China no produce directamente la mayoría de los minerales (excepto tierras raras y grafito), el país domina el procesamiento de minerales. China refina:
- 95% del manganeso mundial (utilizado principalmente como aleación clave en el acero)
- 73% del cobalto
- 70% del grafito
- 67% de litio
- 63% de níquel
Mientras tanto, según estas mismas estimaciones, China controla indirectamente, a través de sus empresas, más de la mitad de las explotaciones mineras de litio y el 41% de las de cobalto, en gran parte en el Congo.
Durante décadas, Estados Unidos y sus aliados europeos se han conformado con esta situación. Mientras las empresas estadounidenses y europeas poseían gran parte de la propiedad intelectual mundial y las principales marcas corporativas, China se convertía en el taller de explotación del mundo. Cientos de millones de trabajadores chinos se han machacado la vida, seis días a la semana, 10 horas al día, en los extensos complejos fabriles controlados en gran parte por el capital estadounidense y europeo.
Los proveedores occidentales han confiado en China para llevar a cabo la tarea tóxica de refinar y procesar minerales para convertirlos en material utilizable. El hecho de que la mayoría de los minerales se utilizaran después en cadenas de producción situadas en China reforzó aún más esta relación.
Pero ahora, mientras la administración de Biden se prepara de forma más inminente para la guerra, Estados Unidos, Japón y sus principales aliados imperialistas de la UE se afanan por encontrar fuentes alternativas para estos minerales.
La transición energética y los minerales
Para producir las baterías de los vehículos eléctricos se necesita una cantidad importante de litio, níquel, cobalto y grafito, además de varios minerales de tierras extrañas y muchos otros de los llamados 'minerales críticos'.
La AIE prevé que, en un escenario modesto de desarrollo de las energías renovables, la demanda mundial de litio por sí solo se multiplicará por 42 entre 2020 y 2040. Para el cobalto, la demanda crecerá 21 veces, y para el níquel 19 veces. En resumen, ahora debe desarrollarse rápidamente una oleada sin precedentes de extracción y procesamiento de estos minerales.
Dado que la electricidad, sin baterías, debe consumirse cuando se produce, el almacenamiento de energía es fundamental para la transición renovable, más allá de los vehículos eléctricos.
Cuando se genera electricidad en un huerto solar, su punto álgido de producción se produce a mediodía. El pico de consumo, sin embargo, se produce por la mañana y por la noche, cuando los trabajadores están en casa. Para coordinar mejor la producción de energía renovable con su consumo, se necesitarán enormes baterías que mantengan la carga.
Estos problemas, conocidos como problemas de 'intermitencia', complican todas las formas de producción de energía renovable. Necesitan, junto a los VE, una expansión masiva de la producción de baterías y, por lo tanto, de minerales críticos.
En este contexto de crecimiento explosivo de la demanda de minerales para diversos tipos de baterías, y de dominio de China en su cadena de suministro, la administración de Biden ha puesto en marcha una serie de medidas para desarrollar una nueva cadena de suministro controlada por Estados Unidos y Europa.
La lucha por los contratos, excluyendo a China
Un reciente artículo del New York Times informa de que 'funcionarios estadounidenses han empezado a negociar una serie de acuerdos con otros países para ampliar el acceso de Estados Unidos a minerales importantes como el litio, el cobalto, el níquel y el grafito'.
Sin embargo, señala el Times, 'sigue sin estar claro cuáles de estas asociaciones tendrán éxito, o si serán capaces de generar algo parecido al suministro de minerales que se prevé que necesitará Estados Unidos'.
He aquí algunos de los acuerdos nacionales conocidos que se han celebrado o se están negociando:
- Japón y Estados Unidos firmaron un acuerdo inicial en marzo de 2023 sobre el suministro de minerales críticos. En él se prometen 'normas' compartidas para la extracción y el procesamiento, así como la revisión de los inversores extranjeros.
- Durante el G7, EE.UU. y Australia anunciaron una nueva asociación similar sobre normas comunes para 'cadenas de suministro sostenibles' de minerales críticos.
- La UE y EE.UU. están negociando un nuevo acuerdo comercial global, del que forman parte importante los vehículos eléctricos y los minerales críticos. Biden declaró que el acuerdo 'fomentaría nuestros objetivos comunes de impulsar nuestra producción y procesamiento de minerales y ampliar el acceso a fuentes de minerales críticos que sean sostenibles, fiables y libres de abusos laborales'.
- Indonesia, el mayor productor mundial de níquel y principal alternativa al níquel ruso, también se ha puesto en contacto con EE.UU. en relación con algún tipo de acuerdo sobre minerales críticos.
El vínculo común en toda esta serie inicial de acuerdos comerciales son palabras como 'sostenible', 'de confianza', 'estándares' y 'libre de abusos laborales'.
Sin embargo, todos estos términos no son más que eufemismos para excluir a China y a los proveedores de propiedad china.
Si Biden o sus homólogos europeos o japoneses estuvieran seriamente preocupados por los 'abusos laborales', todo lo que tendrían que hacer es mirar fuera de su propia ventana. En Estados Unidos, más de una docena de personas mueren cada día debido a accidentes laborales causados en su inmensa mayoría por normas de seguridad deficientes. Mientras tanto, el trabajo infantil está volviendo a Estados Unidos, con niños de tan sólo 12 años trabajando en fábricas.
Al comprometerse con cadenas de suministro de minerales 'fiables' y 'sostenibles', las principales potencias imperialistas están señalando su compromiso en la creación de una red de suministros alternativas no dominadas por las empresas chinas. Entre otras cosas, una cadena de suministro de este tipo garantizaría cierto grado de producción de estos minerales esenciales en caso de guerra entre Estados Unidos y China.
Sin embargo, en palabras de Scott Kennedy, asesor del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales citado por el Times, 'no hay forma de que nadie vaya a tener éxito en los vehículos eléctricos sin tener algún tipo de cooperación con China, ya sea directa o indirectamente'.
En este sentido, es inimaginable cómo una guerra entre Estados Unidos y China no conduciría hacia un colapso catastrófico de la economía global, dado lo central que es esta, y muchas otras, cadenas de suministro chino. Una situación así también conduciría a una duplicación de la dependencia del petróleo y el gas (algo que Estados Unidos, al contrario que China, domina).
El conflicto interimperialista y la UE
Una característica central de la creciente pugna por los minerales críticos es el resurgimiento de rivales y conflictos interimperialistas.
En el G7, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, subrayó en un discurso que la transición hacia las energías renovables 'no debe hacerse a costa de los demás'.
Dos meses antes, en marzo, la UE publicó una ley importante llamado Ley Europea de Materias Primas Críticas, cuyo objetivo es crear el llamado 'Club de Minerales Críticos' para dirigir inversiones por un valor de 20.000 millones de euros de aquí a 2030 en minerales críticos. La ley se considera una respuesta a la ley estadounidense CHIPS y se basa en ello.
Detrás de los comentarios de von der Leyen hay una creciente preocupación entre los aliados imperialistas de EE.UU. de que se quedarán atrás a medida que EE.UU. aplique una serie de medidas proteccionistas, bélicas y ajenas al mercado para crear una nueva cadena de suministro de minerales críticos.
Por ejemplo, un tema importante en el G7 es el hecho de que la nueva Ley de Reducción de la Inflación de EE.UU. excluye a los fabricantes de automóviles europeos de los beneficios fiscales para los vehículos eléctricos. De este modo, los vehículos eléctricos fabricados en Estados Unidos son más competitivos en el enorme mercado automovilístico estadounidense.
La UE ha pedido encarecidamente a EE.UU. que incluya los VE de fabricación europea y los minerales críticos en estos sistemas de desgravación fiscal. En virtud de la Ley de Reducción de la Inflación, los consumidores pueden obtener hasta 7.500 dólares de crédito por la compra de VE si tanto los componentes de la batería como el montaje final tienen un 50% o más de su valor de origen norteamericano (el trío del TLCAN formado por México, EE.UU. y Canadá).
Von der Leyen habla en nombre de toda una capa de capitalistas europeos que, al unirse a la ofensiva estadounidense contra China, temen sufrir las consecuencias del creciente proteccionismo nacionalista de Estados Unidos.
Rusia y la guerra en Ucrania
Anteriormente, el WSWS explicó que la guerra en Ucrania desempeña un papel clave en el esfuerzo de la clase dominante estadounidense por adquirir minerales críticos.
La expansión hacia el este de la alianza de la OTAN liderada por EE.UU. siempre ha tenido como objetivo principal someter o incluso romper a Rusia, con especial atención en controlar sus recursos naturales.
Rusia desempeña un papel especialmente importante en la producción de níquel de alta calidad —cuya demanda se espera que se multiplique por 19 en las próximas dos décadas—, así como de los metales del grupo del platino, especialmente el paladio. Rusia es también el mayor productor mundial de diamantes, el segundo en reservas de carbón y oro, el tercero en hierro y el quinto en plata. Por no hablar de sus enormes reservas de petróleo y gas. Rusia producía el 12% del petróleo mundial antes de la guerra de Ucrania.
Los informes procedentes del G7, que muestran un aluvión de actividad para desarrollar una nueva cadena de minerales críticos, confirman este análisis del papel central de los minerales críticos en la guerra de Ucrania.
El WSWS señaló la creciente importancia de los minerales críticos para muchas nuevas tecnologías:
La profunda necesidad del capital financiero estadounidense de dominar las fuentes actuales y futuras de minerales críticos, así como el desproporcionado control de China sobre ellos, forman una parte importante del telón de fondo del impulso hacia la guerra contra Rusia...
La desintegración de Rusia y su dominio por el capital estadounidense sería un peldaño estratégico en los esfuerzos de la clase dominante estadounidense para imponer un 'nuevo siglo estadounidense' mediante la subordinación de China y Eurasia en general en sus objetivos. Los recursos desempeñan un papel importante. En medio de la necesidad permanente de petróleo y gas natural, así como de la necesidad cada vez mayor de minerales esenciales, Rusia es vista como una masa continental vital con una amplia gama de riquezas.
El empuje estadounidense-UE-japonés para asegurar nuevos minerales forma parte de este esfuerzo mayor para imponer un 'nuevo siglo americano'. Consideran que el desarrollo de cadenas de suministro alternativas a China es una necesidad urgente.
Otras implicaciones
Las implicaciones de la revolución de los vehículos eléctricos y la nueva pugna por los minerales esenciales no son sólo geopolíticas.
Dejando a un lado el impacto cataclísmico que tendría una guerra entre Estados Unidos y China, hay otras formas en las que esta transformación en la producción de automóviles y energía, dos de las mayores industrias del mundo, afectará a los trabajadores, a los lugares de trabajo y a la sociedad capitalista.
Por un lado, los conjuntos de producción de vehículos eléctricos requieren mucha menos mano de obra que los coches con motor de combustible. La deslocalización de la mayor parte de la producción de VE (en los principales fabricantes de automóviles de EE.UU., Japón y la UE) deja mucho menos trabajo por hacer. Además, ante la necesidad de reequipar y construir una cadena de montaje más moderna, las empresas automovilísticas utilizan los VE como una oportunidad para introducir otras automatizaciones de gran alcance.
Las empresas automovilísticas están planeando despidos masivos y un enorme aumento de la explotación de los trabajadores como parte de la transición a la producción de VE.
Otro impacto de este cambio en la producción mundial se producirá en la industria minera, que requiere mucha mano de obra. Si damos crédito a las estimaciones de la AIE sobre un aumento del 4.100 % en la producción de litio y saltos gigantescos similares para otros minerales, surgirá una industria minera enormemente expandida. Los centros de producción mundial de minerales, como la República Democrática del Congo (DRC), Chile, Rusia, Indonesia, Australia, China y otros países, están a punto de experimentar un auge explosivo en torno a sus principales reservas minerales.
Aunque Estados Unidos, la UE y Japón afirman buscar modos 'sostenibles' de producir estos bienes, con mejores prácticas laborales, la rentabilidad de estas operaciones dependerá en última instancia de recortar los salarios y la seguridad para competir mejor en el mercado mundial.
Ya se trate de un trabajador del sector automovilístico en Detroit que ensambla un nuevo vehículo eléctrico o de un minero de minerales críticos en Chile, China, la RDC o Australia, todos serán exprimidos y presionados por esta nueva y feroz campaña para dominar la producción de energías renovables.
(Publicado originalmente en inglés el 26 de mayo 2023)