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Perspectiva

La confirmación de Robert F. Kennedy Jr. como el secretario de Salud de Trump y el ataque fascista contra la salud pública

El presidente Donald Trump felicita a Robert F. Kennedy Jr. después de ser juramentado como secretario de Salud y Servicios Humanos en el Despacho Oval en la Casa Blanca, 13 de febrero de 2025, Washington D.C. [AP Photo/Alex Brandon]

La confirmación de Robert F. Kennedy Jr. como secretario de salud de Donald Trump marca un hito crítico en la profundización de la guerra contra la salud pública y la consolidación de un gobierno fascista en los Estados Unidos. El proveedor más notorio de desinformación antivacunas en el mundo ahora está directamente a cargo de las instituciones de salud pública del Estado estadounidense, cuya influencia se extiende a nivel mundial.

Como jefe del Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS, todas las siglas en inglés), Kennedy dictará políticas y estará a cargo de los fondos de 11 agencias críticas de salud pública, incluidos los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), los Institutos Nacionales de Salud (NIH), la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) y los Centros de Servicios de Medicare y Medicaid (CMS). Bajo su conducción, el objetivo declarado de estas agencias pasará de prevenir enfermedades a crear deliberadamente las condiciones para que florezcan los patógenos.

Junto con el hombre más rico del mundo, Elon Musk, Kennedy pronto se embarcará en su plan de larga data para destripar cada una de estas agencias como parte de la misión más amplia de la oligarquía financiera de destruir todos los vestigios restantes de los programas sociales conquistados por la clase trabajadora a través de décadas de lucha.

El historial anticiencia y antivacunas de Kennedy es demasiado voluminoso para describirlo en detalle aquí, pero se destacan ciertos hechos clave.

Durante décadas, ha promovido teorías de conspiración y charlatanería pseudocientífica, incluidas afirmaciones largamente desacreditadas de que las vacunas causan autismo y otros trastornos del desarrollo. Como presidente de la mal llamada Children’s Health Defense (CHD; Defensa de la Salud Infantil) desde 2015, Kennedy ha presentado docenas de demandas contra las mismas agencias de salud pública que ahora supervisará. Debido a los esfuerzos de cabildeo del grupo, varios estados han aflojado los requisitos de vacunación, lo que ha provocado un resurgimiento del sarampión, que había sido eliminado hace mucho tiempo, así como de la tos ferina y otras enfermedades prevenibles por vacunación.

Kennedy ha hecho campaña contra la fluoración del agua, una práctica que ha demostrado reducir las caries dentales, y ha cuestionado la necesidad de pasteurizar la leche, un proceso que ha salvado innumerables vidas al prevenir enfermedades transmitidas por los alimentos. Ha impulsado el negacionismo sobre el VIH/SIDA, incluso en un libro de 2021 donde cuestionó la “teología de que el VIH es la única causa del SIDA”.

En 2019, Kennedy estuvo implicado en la muerte por sarampión de 83 personas, casi todos niños, en Samoa, después de alimentar las dudas sobre la vacuna en la isla en medio de un brote devastador de la enfermedad.

Como jefe de CHD al inicio de la pandemia de COVID-19, Kennedy amplificó numerosas conspiraciones en torno a COVID-19, lo que le valió un lugar en la Docena de Desinformación, la lista de los mayores promotores de desinformación contra las vacunas. Junto con otros ultraderechistas influyentes, promovió los remedios charlatanes como la ivermectina e hidroxicloroquina, al tiempo que presentó las vitales vacunas contra el COVID como más dañinas que buenas. Como resultado, tiene una enorme responsabilidad por las tasas de vacunación relativamente bajas en los Estados Unidos, que causaron cientos de miles de muertes prevenibles.

En mayo de 2021, cuando más de 600 estadounidenses morían oficialmente de COVID-19 todos los días, Kennedy y Children's Health Defense presentaron una petición a la FDA para “revocar las Autorizaciones de Uso de Emergencia para las vacunas contra el COVID existentes y abstenerse de aprobarlas y autorizarlas”. A lo largo del período posterior, Kennedy se opuso abiertamente a la vacunación obligatoria, los confinamientos temporales, el uso de mascarillas y cualquier otra medida de salud pública conocida por salvar vidas. Supervisó la presentación de casi 30 demandas por CHD desde 2020, desafiando los mandatos de vacunas y las políticas de salud pública.

En un giro fascista de la mentira del laboratorio de Wuhan, en 2023 Kennedy desarrolló la novedosa teoría de la conspiración antisemita de que el SARS-CoV-2 tenía “un objetivo étnico... para atacar a los caucásicos y a los negros”. Afirmó: “Las personas más inmunes son los judíos asquenazíes y los chinos”, lo que sugiere una conspiración entre científicos judíos y chinos para enfermar y matar a los cristianos.

A Kennedy pronto se le unirá Musk, un promotor de la ideología eugenista y fascista. Su misión compartida será utilizar los auspicios inconstitucionales del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE) para dirigir su bola de demolición hacia lo que alguna vez fueron las agencias de salud pública más importantes del mundo. La pieza central de los planes de DOGE para recortar billones del presupuesto federal es la evisceración de los programas profundamente populares de Medicare y Medicaid, de los que dependen más de 100 millones de estadounidenses para recibir atención médica.

Trabajando con DOGE, Kennedy también planea despedir a un número incalculable de trabajadores de salud pública en todo el HHS y sus agencias subsidiarias. En una conferencia antivacunas en noviembre de 2023, Kennedy declaró que despediría a 600 trabajadores de los NIH y agregó: “Vamos a dar un descanso a las enfermedades infecciosas durante unos ocho años”. El viernes pasado, el Wall Street Journal informó que la Administración de Trump tiene planes inminentes de recortar miles de puestos en el HHS, los CDC, los NIH, la FDA y los CMS, solo un anticipo del baño de sangre de empleos por venir.

Las implicaciones de todas estas políticas profundamente reaccionarias son de largo alcance y ominosas.

Kennedy toma el timón del HHS en condiciones en las que la gripe aviar altamente patógena (H5N1 “gripe aviar”) se ha estado propagando entre las aves de corral y el ganado lechero en los EE. UU. durante más de un año. En el proceso, probablemente haya infectado a cientos de trabajadores agrícolas. La semana pasada, se detectó el genotipo D1.1 más peligroso de la gripe aviar en ganado lechero de Nevada, que mató recientemente a un hombre de Luisiana y puso a un adolescente canadiense en soporte vital.

Estados Unidos está actualmente sumido en su peor temporada de gripe desde 2017, y los CDC estiman que más de 650.000 personas han sido hospitalizadas este invierno. Los científicos han advertido repetidamente sobre los peligros de la redistribución genética entre la gripe estacional y la gripe aviar, lo que podría producir la capacidad de transmisión de persona a persona en esta última.

Ya en el primer mes de la Administración de Trump, se ha impuesto una orden de mordaza sin precedentes a las agencias de salud pública, incluyendo la eliminación de miles de páginas web de información vital de salud pública. La semana pasada, la Casa Blanca anunció un recorte de casi el 50 por ciento en la tasa de reembolso de los NIH para instalaciones de investigación y costos de administración, lo que tendrá consecuencias incalculables para la investigación científica en todo el país.

La colocación de Kennedy a la cabeza del HHS es la extensión lógica del asalto bipartidista a la salud pública durante la pandemia continua de COVID-19, que solo se intensificó bajo la Administración de Biden. La normalización de Biden de una política de “COVID para siempre” de olas perpetuas y masivas de infecciones, muertes y debilitamiento por COVID persistente, que mató a casi 1 millón de estadounidenses bajo su mandato, cultivó el clima político en el que las posiciones anticientíficas de Kennedy ganaron terreno.

Al igual que con todos los nombramientos del gabinete de Trump, los demócratas no se opusieron realmente a la confirmación de Kennedy en el Senado y no hicieron ningún llamado a la población a movilizarse contra los esfuerzos de Trump para destruir la salud pública, derrocar la Constitución y establecer una dictadura fascista.

Ni un solo demócrata rechazó las mentiras de Kennedy, repetidas dos veces, de que su petición de mayo de 2021 a la FDA se limitaba a las vacunas para niños, y que esto se debía a que la ciencia supuestamente demostraba que el COVID-19 es inofensivo para los niños. En realidad, el COVID-19 ha matado oficialmente a más de 1.000 niños en los EE.UU., con una cifra real muy superior a 2.000, y más de 1 millón de niños en los EE.UU. ahora padecen COVID persistente. Estos hechos básicos son suprimidos por el Partido Demócrata debido a su culpa en estas muertes y debilitamiento innecesarios.

Hijo del senador Robert F. Kennedy y sobrino del presidente John F. Kennedy, RFK Jr. quedó claramente traumatizado por sus asesinatos en 1968 y 1963, respectivamente. Comenzó a consumir heroína a la edad de 15 años y fue adicto durante los siguientes 14 años. En una carta publicada en la víspera de las audiencias de confirmación de Kennedy en el Senado, su prima Caroline escribió que en la universidad “disfrutaba mostrando cómo ponía pollos y ratones en la licuadora para alimentar a sus halcones”, en una “escena perversa de desesperación y violencia”.

En cierto sentido, la vida y la trayectoria política de Kennedy encarnan la degeneración política, social y cultural de los Estados Unidos. Mientras que su padre y su tío representaron el apogeo del liberalismo y el reformismo estadounidenses de la posguerra, la alianza de Kennedy con Trump señala el descenso a la barbarie fascista.

Una característica crítica del fascismo es el rechazo de la modernidad, la Ilustración y una concepción del mundo científica y materialista, todo lo cual encontró su máxima expresión en el desarrollo del marxismo a partir de mediados del siglo XIX. En su monumental ensayo de junio de 1933 sobre el ascenso del fascismo en Alemania, “¿Qué es el nacionalsocialismo?” León Trotsky, el gran colíder de la Revolución rusa de octubre de 1917, escribió:

El fascismo ha hecho accesible la política a los bajos fondos de la sociedad. En la actualidad, no solo en los hogares campesinos, sino también en los rascacielos urbanos, viven conjuntamente los siglos XX y X o XIII. Cien millones de personas utilizan la electricidad y todavía creen en el poder mágico de gestos y exorcismos. El papa de Roma siembra por la radio la milagrosa transformación del agua en vino. Los astros del cine van a los médiums. Los aviadores que pilotan milagrosos mecanismos creados por el genio del hombre utilizan amuletos en sus ropas. ¡Qué reservas inagotables de oscurantismo, ignorancia y barbarie! La desesperación los ha puesto en pie, el fascismo les ha dado una bandera. Todo lo que debía de haberse eliminado del organismo nacional en forma de excremento cultural en el curso del desarrollo normal de la sociedad lo arroja por la boca ahora la sociedad capitalista vomita la barbarie no digerida. Tal es la fisiología del nacionalsocialismo.

Hoy, junto con los asombrosos avances tecnológicos en computación e inteligencia artificial (IA), avances médicos como vacunas de ARNm, terapia génica y más, el imperialismo estadounidense está vomitando a los bárbaros Kennedy, Trump y Musk, bajo la bandera orwelliana, “Hacer a Estados Unidos Saludable Otra Vez”.

Al permitir la propagación de enfermedades a través de un rechazo deliberado de la ciencia, la clase dominante estadounidense está sancionando abiertamente una política eugenista de “selección natural” en la que aquellos que ya no se consideran “productivos”, los ancianos y los discapacitados, son sacrificados ante el altar de las ganancias.

La clase trabajadora no puede y no aceptará la aniquilación de sus niveles de vida y el regreso a la Edad Media. La guerra contra la salud pública, la ciencia y todas las conquistas sociales a través de generaciones de lucha inevitablemente enfrentará una creciente oposición y resistencia. Esto debe ser guiado por una dirección socialista que luche por poner fin a la guerra imperialista y la dictadura, y que tenga como objetivo reconstruir la sociedad sobre la base de las necesidades sociales, incluida una gran expansión de los recursos de salud pública a nivel internacional.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 14 de febrero de 2024)