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Los aranceles de Trump continúan alimentando la agitación económica

Contenedores siendo cargados en camiones, terminal de contenedores en Long Beach, California, 8 de abril de 2025 [AP Photo/Damian Dovarganes]

Las ondas de choque de la guerra arancelaria del presidente estadounidense Donald Trump, cuyo foco principal es China, se están extendiendo por toda la economía mundial y su sistema financiero, con el mercado de bonos del Tesoro de EE. UU., valorado en 29 billones de dólares, en el centro del huracán.

La “pausa” de 90 días en la aplicación de los denominados “aranceles recíprocos”, anunciada el miércoles por Trump, fue resultado del temor—transmitido por altos funcionarios de su administración y directivos bancarios como Jamie Dimon de JPMorgan—de que el mercado de bonos estaba al borde de una congelación similar a la ocurrida en marzo de 2020 al inicio de la pandemia.

Sin embargo, la “pausa” no ha detenido la turbulencia en el mercado de bonos del Tesoro, donde se compra y vende la deuda gubernamental.

Ayer, la rentabilidad del bono del Tesoro a 10 años subió durante el día 0,19 puntos porcentuales hasta el 4,58 por ciento, antes de retroceder al 4,48 por ciento tras declarar Susan Collins, presidenta del Banco de la Reserva Federal de Boston, a Financial Times que el banco central estadounidense “estaría absolutamente preparado” para usar su poder financiero y estabilizar el mercado si fuera necesario.

La Reserva Federal, dijo, “tiene herramientas para abordar preocupaciones sobre el funcionamiento del mercado o la liquidez si llegaran a surgir”, pero insistió en que el banco central no percibe problemas de liquidez general y que el mercado sigue “funcionando bien”.

Difícilmente habría dicho otra cosa, ya que incluso la más mínima insinuación de que la Fed percibe crecientes problemas casi con certeza habría desatado el pánico, dada la fragilidad del sistema financiero.

Las declaraciones de Collins, que sin duda fueron aprobadas por el presidente de la Fed, Jerome Powell, y probablemente instigadas por él, también provocaron una leve recuperación en Wall Street tras reanudarse las ventas el jueves.

En el conjunto de la semana, la rentabilidad de los bonos a 10 años aumentó 0,5 puntos porcentuales como resultado de la venta de deuda gubernamental estadounidense, lo que redujo el precio de los bonos. (Los precios de los bonos y sus rentabilidades se mueven en direcciones opuestas.)

En un mercado donde movimientos de pequeñas fracciones de un punto porcentual pueden ser significativos, un alza de medio punto porcentual es importante y fue el mayor incremento desde 2001, según Bloomberg.

Como han dejado en claro numerosos comentarios, esto expresa una creciente falta de confianza en el sistema financiero estadounidense, particularmente a nivel internacional, lo cual amenaza con tener repercusiones importantes, ya que cerca de un tercio de la deuda estadounidense está en manos extranjeras, siendo Japón y China los dos mayores acreedores.

Peter Tchir, jefe de estrategia macroeconómica en Academy Securities, un banco de inversión internacional, dijo al Financial Times:

Existe una presión real en todo el mundo para vender bonos del Tesoro y bonos corporativos si eres un tenedor extranjero. Hay una verdadera preocupación global de que no saben hacia dónde se dirige Trump.

Un ejecutivo bancario europeo, que pidió el anonimato, dijo al FT:

Estamos preocupados porque los movimientos que se observan apuntan a algo más que una simple venta. Señalan una pérdida total de confianza en el mercado de bonos más sólido del mundo.

A pesar de las afirmaciones de Collins de que la liquidez no es un problema, analistas de JPMorgan afirmaron que la llamada profundidad del mercado —es decir, su capacidad para absorber grandes transacciones sin cambios significativos, una medida de su liquidez— empeoró esta semana.

Los comentarios de altos ejecutivos financieros reportados por el Wall Street Journal reflejan las crecientes preocupaciones sobre la estabilidad de los mercados financieros y de la economía estadounidense.

Tanto Dimon como Larry Fink, director de BlackRock, el fondo de cobertura más grande del mundo con 11,6 billones de dólares en activos bajo gestión, dijeron que la turbulencia actual no tiene precedentes.

“Esto es diferente”, afirmó Dimon. “Es un cambio significativo que nunca hemos visto en nuestras vidas”.

Fink afirmó que la economía está “en riesgo”, y añadió: “Los extensos anuncios arancelarios fueron más allá de lo que podría haber imaginado en mis 49 años en las finanzas”.

En respuesta a las más recientes medidas de Trump, que han elevado los aranceles de EE. UU. contra China hasta un 145 por ciento —un 125 por ciento en “aranceles recíprocos” más aumentos por represalia, además de una imposición previa del 20 por ciento— Beijing anunció ayer que aumentará sus aranceles sobre productos estadounidenses al 125 por ciento.

El ministerio de Finanzas chino declaró que no habrá más aumentos y que ignorarán cualquier acción futura de Estados Unidos

dado que al nivel actual de aranceles no existe aceptación en el mercado para productos estadounidenses exportados a China… La imposición por parte de EE. UU. de aranceles anormalmente altos a China viola gravemente las reglas económicas y comerciales internacionales, las leyes económicas básicas y el sentido común, y constituye un acto completamente unilateral de intimidación y coerción.

La guerra arancelaria es presentada frecuentemente en los medios de comunicación burgueses como un conflicto de “toma y daca”. Tales caracterizaciones ignoran por completo la gravedad de la situación. En tan solo 10 días, bajo condiciones en las que todos los países del planeta están íntimamente vinculados a un sistema de comercio y finanzas internacional, las dos principales economías del mundo están siendo efectivamente separadas.

La historia muestra las consecuencias. En la década de 1930, cuando colapsó el mercado mundial, surgieron bloques comerciales y monetarios rivales y profundos conflictos económicos que desempeñaron un papel en crear las condiciones para la guerra. Hoy existen señales de que tales desarrollos están en marcha.

Advirtiendo que el mundo “está atravesando cambios acelerados no vistos en un siglo, con riesgos y desafíos superpuestos”, el presidente chino Xi Jinping está intentando forjar una alianza mundial contra Estados Unidos.

Sin embargo, muchos países recelan de tal desarrollo debido al temor de verse inundados con productos chinos excluidos del mercado estadounidense, justo en un momento en que la economía china se desacelera y se ha vuelto cada vez más dependiente de las exportaciones para alcanzar sus metas oficiales de crecimiento. La Unión Europea, una de las zonas clave con las cuales China desea una mayor colaboración, ya ha elevado sus propios aranceles contra Beijing.

Para contrarrestar estos temores, China ha ofrecido garantías verbales de que reforzará su mercado interno para absorber el exceso de producción.

Por su parte, los países afectados por los “aranceles recíprocos” de Trump —que oscilan entre el 30 y casi el 50 por ciento, en particular en el sudeste asiático— temen lo que podría exigirse en las negociaciones con Estados Unidos durante la “pausa” de 90 días y lo que podría venir después.

Trump ha dejado claro que las conversaciones irán más allá del tema de los aranceles en sí. Su “Fact Sheet” publicado el 2 de abril establece que los aranceles podrían reducirse, pero solo si los países se alinean con Estados Unidos no solo en temas económicos sino también en materia de “seguridad nacional”, lo cual es una referencia codificada a China.

Los temores que recorren el mundo, sacudido por el golpe histórico que supone tener que establecer nuevas estructuras menos dependientes de Estados Unidos, fueron resumidos por el ministro de Relaciones Exteriores de Singapur, Vivian Balakrishnan.

Al prepararse reuniones en la capital malasia, Kuala Lumpur, en mayo, con el fin de elaborar un acuerdo entre la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático y los países del Golfo Pérsico, dijo: “Este es el fin de una era.”

El arquitecto, el planificador maestro, el desarrollador del sistema de integración económica basado en reglas ha decidido que ahora necesita emprender una demolición total del mismo sistema que creó.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 11 de abril de 2025)